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Se acaba por fin el sexenio y una nueva etapa está por comenzar; pero ¿qué fue lo más presumido y alardeado por el presidente saliente? y ¿cuáles fueron sus beneficios para el pueblo mexicano? Pues este gran logro fueron las Reformas disque estructurales.

“México ha llevado a cabo más reformas estructurales en comparación con la mayoría de los países de mercados emergentes, pero su tasa de crecimiento ha sido decepcionante, debido parcialmente a factores no económicos” Dan Bogler Financial Times Agosto de 2016

De acuerdo con Presidencia de la República, el propósito de las Reformas Estructurales fue elevar la productividad, fortalecer y ampliar los derechos, así como afianzar el régimen democrático y de libertades del país.

Pero lamentablemente estas tan cacareadas reformas estructurales son medidas de corte neoliberal que lejos de propiciar el mejoramiento de las condiciones de vida de los grupos más empobrecidos y marginados, agrava su situación al afectar de forma negativa el ejercicio de los derechos humanos, particularmente los económicos, sociales, culturales y ambientales.

Estas reformas están hechas para responder a las exigencias del sector empresarial mundial y de los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pues estos determinan las directrices que deben seguir los países para crecer y desarrollarse económicamente ante la creencia que el desarrollo económico es sinónimo de bienestar social; sin embargo, responden a la acumulación (más no distribución equitativa) de la riqueza como fin último.

Mientras tanto a la población que vive al día nos pone en una situación de vulnerabilidad, incertidumbre, enojo y hartazgo, al ver que los políticos que toman las decisiones y tienen la responsabilidad de mejorar nuestro país, solo mejoran sus condiciones económicas y de sus amigos dejando al pueblo en el olvido.

En lo personal no entiendo la desfachatez con la que se mueven los gobernantes, que en verdad parece que vivieran en otro país donde todo va muy bien y sus dichosas reformas estructurales nos estuvieran llevando al éxito, cuando no hay que ir tan lejos para comprobar lo contrario.

Ciertamente México requiere reformas estructurales para un mejor desarrollo del país, pero estas deben estar basadas en el bien general, no como las que vivimos con el gobierno saliente, que están pensadas para hacer más atractivo el país para la inversión extranjera (Como la panacea que nos lleve al progreso), y el gobierno adelgaza el marco jurídico de protección y respeto de los derechos humanos, contraviniendo la reforma constitucional de 2011. Su intención es hacer que los derechos humanos no representen un obstáculo para la dinámica de mercado.

Por ejemplo, la reforma laboral permite la subcontratación haciendo más brumosas las relaciones de trabajo, disminuyendo las obligaciones obrero-patronales para las grandes corporaciones dejando la responsabilidad de la seguridad social en los empleados. Reconoce el pago por horas y, cuando hay un conflicto laboral, limita el pago de salarios caídos a un año, yendo en contra de las conquistas del movimiento obrero como la jornada máxima de 8 horas y un salario digno que la cubra, la estabilidad en el empleo y la justicia laboral.

Esto sólo favorece a las empresas que buscan generar altos rendimientos a bajos costos, sacrificando las condiciones laborales de los empleados por acumular mayores ganancias. Cuestión que resalta cuando se sabe que México es de los países con jornadas laborales más largas y peor pagadas.

Con la reforma educativa, lejos de tocar temas relacionados con los contenidos de los planes de estudio o de nuevas metodologías pedagógicas, su intención es controlar al gremio magisterial, pues este representa uno de los sectores de mayor oposición al régimen en los últimos tiempos. La reforma creo al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación para hacer que los docentes que se muestran críticos ante las acciones del gobierno sean despedidos sin respeto a sus derechos laborales, propiciando así un debilitamiento del sector magisterial como actor político, a más que dicha evaluación no corresponde con las condiciones de formación del magisterio y las diferencias regionales a las que se enfrentan particularmente en las zonas rurales de alta marginación y pobreza. El interés del gobierno está más enfocado en esta evaluación que en corregir y subsanar los rezagos en infraestructura y equipamiento que padece el sistema público de educación. Consideran que la reforma debe contar con una plena participación del magisterio pues es quien mejor conoce la situación del sistema educativo y el contenido académico.

Sin meternos con la reforma energética y la fiscal, ya vimos algunos ejemplos de cómo el gobierno que se va pretendió mejorar México a través de las reformas estructurales, las contrarían el llamado y el deber que tiene el Estado de proteger, promover, garantizar y respetar los derechos humanos, los cuales deberían estar por encima de cualquier interés económico.

 

R62

 

http://www.cmdrs.gob.mx/sesiones/Documents/2015/1a_sesion/4_Reformas%20Estructurales.pdf

http://www.proceso.com.mx/452914/reformas-estructurales-pena-nieto-una-gran-decepcion-financial-times

http://www.excelsior.com.mx/nacional/2016/08/31/1114159

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